[TESTIMONIO] Realidad de violencias, humillación y deshumanización en los castigos

por Khristian Briones, Licenciado en Trabajo Social.

Estuve 10 años en la cárcel donde experimenté el abuso de poder y las humillaciones de algunos gendarme. A través de episodios de mi experiencia ustedes podrán entender el  por qué las personas salen de la cárcel tan dañadas psicológicamente, perdiendo el sentido común y la sensibilidad hacia nuestra propia persona y hacia los demás, deshumanizándonos.

 El vivir en este lugar es adaptarse a muchas situaciones difíciles, donde la impotencia de tanta injusticia y humillación eran muy común. Yo había estado muchas veces en el SENAME donde gracias a todo lo que viví ahí, pude sobrellevar el mundo tan salvaje de la cárcel de adultos.

Dentro de tanta violencia droga, alcohol, hacinamiento y muchas carencias es inevitable llegar al castigo[1], y quiero relatar mi experiencia en ese lugar, donde estuve más de 30 veces. Gendarmería tenía un registro y el mío estaba más que lleno: muchas veces me fui castigado por mis actos, pero otras tantas solo por mi prontuario.

El día en el castigo empezaba con el desayuno donde habían unas fuentes muy sucias que llevaban mucho tiempo ahí. En dos fuentes debíamos sacar el té para los que estaban en la pieza de castigo y te entregaban los tres panes por persona sin nada para echarle. Luego a la hora del almuerzo en las mismas fuentes debíamos sacar el rancho[2] en un tiempo muy corto ya que si te demorabas el palo de parte del gendarme era seguro. El almuerzo lo debíamos comer con las manos o con la concha de los mariscos, como el choro zapato, que eran más grandes ocupándolas  como cucharas. Poníamos la fuente al medio y hacíamos un círculo alrededor de ella, haciendo dos grupos ya que habían dos fuentes. Eso era toda la comida hasta el otro día, donde sacabas nuevamente el té con las fuentes llenas de grasa por la comida que habíamos consumido el día antes. Las fuentes no las podíamos lavar ,ya que el gendarme no te lo permitía, tampoco te permitían lavarte ni siquiera las manos.

Para poder hacer nuestras necesidades lo hacíamos en la misma celda de castigo frente a todos los otros castigados. Para hacer pichí lo hacíamos en la puerta de la celda y para hacer caca lo hacíamos en un calcetín y con el otro nos limpiábamos. Al otro día rompías una manga de un polerón, poniéndolo en suelo para que la caca callera en la manga y con la otra nos limpiábamos. Así salíamos con la mitad de nuestra ropa. Estas necesidades se hacían frente a los demás castigados. El olor era insoportable y para que no fuera tan constante,  envolvíamos la caca y la tirábamos por la ventana hacia afuera de la celda. E incluso tirábamos la talla como si esto fuera un aborto y se decía ¡va un niño envuelto!. Las baratas chinches y vinchucas junto con los ratones se paseaban por los castigos.

Hay veces que la guardia de noche llegaba al castigo evidentemente con alcohol. Para divertirse nos sacaban de las celdas tipo 3:00 de la mañana hacer gimnasia. Nos hacían abrazarnos y al mismo tiempo debíamos hacer flexiones de piernas y después de un rato muchos ya no podían más y si uno fallaba a todos nos golpeaban con palos. También nos hacían hacer el trencito que constaba con hacer una fila en paso de enanito, donde teníamos que avanzar en circulo dándonos las manos, estas debían pasar  por debajo de las piernas y después de dar varias vueltas no podíamos mas y los gendarmes hacían un pasaje oscuro donde gritaban  ¡a este tren le hace falta leña, para que siga avanzando! y entre todos los gendarmes nos golpeaban con palos para que siguiéramos haciendo lo que ellos nos pedían, quedábamos sin aliento hasta que nos entraban nuevamente a la celda y no contento con esto, nos roseaban con gas pimienta la celda. Era muy desesperante porque necesitábamos recuperar el aliento y el aire en la celda estaba lleno de este gas. En muchas ocasiones todo esto era comandado por el teniente Toro que era el jefe de la cuadrilla.

Luego de 5, 10, o 15 días, según el tipo de castigo, nos bajaban  y nos mandaban donde el gendarme de clasificación, y este nos enviaba donde se le ocurriera, sin tomar en cuenta los problemas que tenias con otros reos, muchas veces salíamos heridos por otros internos que teníamos problemas y volvíamos a guardia interna y nuevamente te mandaban castigados, repitiendo esa dura experiencia.

Estoy consciente que llegaba preso por mis actos, pero ya perder tu libertad y vivir en un lugar tan inhumano era suficiente para pagar el delito por el cual venía detenido.

[1] [Nombre que se le da a las celdas de confinamiento especial]

[2] [Nombre que se le da a la comida que ofrecen los recintos penales]

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